“El libro de las ilusiones”
Reseña sobre “El libro de las ilusiones”, de Paul Auster.

¿Quién ha ido a buscar si el actor de cine mudo en realidad existió? Es pura invención de Paul Auster, del que hace una maravillosa descripción de su bigote en la página 38: “filamento agitado de ansiedades, comba de saltos metafísicos, trémula hebra de azoramiento”, y continúa hablando de él. Se implica tanto en el personaje que se vuelve el centro de la narración. En la página 41, hace un repaso de otros actores reales, poniéndole adjetivos como: “el vagabundo de Chaplin, el tímido de Lloyd, el imbécil de Langdon o el atontado de Keaton”, “todos son inadaptados sociales”,hablando de las características que asumían en determinados papeles. Ahí es cuando te planteas, si realmente Hector Mann existió.
Ese bigote fue la tabla de salvación de David Zimmer, un profesor que pierde a su familia en un accidente de avión. En la página 43 menciona que lo importante no es la habilidad de evitar los problemas, sino la manera de enfrentarse a ellos. Habla de él mismo diciendo que sus perspectivas distan mucho de ser prometedoras, pero nunca da la impresión de ser un fracasado.
También del libro se puede extraer la xenofobia de la sociedad norteamericana, cuando habla del posible rechazo que iba a sufrir cuando llegara el cine sonoro, dado el marcado acento español de Hector Mann.
Tiene de todos los ingredientes. Podemos hablar de unas cuántas páginas de sexo puro y duro, cuando Hector con una máscara, empieza a trabajar con una joven prostituta.
Tiene de todos los ingredientes. Podemos hablar de unas cuántas páginas de sexo puro y duro, cuando Hector con una máscara, empieza a trabajar con una joven prostituta.
También hay una parte morbosa, cuando se acerca a la tienda del padre de la joven que mataron, y pide trabajo, y termina enamorando a la hermana.
Y como nota final, cuando piensas por qué le dio ese título, cuando la novela es una desilusión tras otra, pienso que se refiere al mundo del cine, y queda claro en el episodio que encuentra una piedra azul y va a cogerla y resulta ser un escupitajo. Ese efecto ilusorio es lo que le da el nombre al Rancho de la Piedra Azul, donde monta un estudio cinematográfico. Hacer cine es su ilusión y la cumple.
La edición que leí, de Anagrama, tiene 338 páginas que te lees muy rápido. A continuación una foto del autor, nacido en 1947, que reside en Nueva York.
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