“Nada Grave”, de Ángel González.

Abrir este libro supone acercarse a un poemario lleno de sombras, de muerte, de un tiempo que se acaba, de la Nada, tocar la desesperanza, empaparte de tristeza.

Siempre la esperanza (Ángel González)

Esperar la desdicha,
¿es una forma de esperanza?
La menos peligrosa, en cualquier caso.
La que no puede defraudarnos nunca.


Como siempre, este escritor con la palabra nos detiene en nuestro camino, nos hace pensar en el aquí y ahora, y contemplar sus versos relamiéndonos en la piel de su poesía. En una edición muy cuidada de Visor Poesía, dentro de la colección Palabra de Honor, donde pasar cada página se convierte en un acto placentero, “Nada Grave”, de Ángel González, es el tercero tras “Mundar”, de Juan Gelmán, y “Vista Cansada”, de Luis García Montero, este último es el director de dicha colección.
Como bien refleja el director de la colección en el prólogo del libro, se trata de un libro escrito en los últimos momentos del poeta, quien aún estaba trabajando en él, y una vez fallecido, su esposa decidió publicarlo. Un libro póstumo, quizás inacabado, donde se refleja el final de una vida:

Ya casi  (Ángel González)

Esto,
que está muy mal,
está pasando.
Como pasó el amor,
pasará el desconsuelo.
¿Acabaré agradeciendo al tiempo
lo que en él siempre odié?
Que todo pase,
que todo lo convierta al fin en nada.



Con poemas cortos, llenos de intensidad, te quedas releyendo los versos, pensando si realmente querría decir otra cosa. Solo 27 poemas en un libro para coleccionistas. Recomiendo leerlo, como todos los poemarios suyos. Ángel González es un poeta que siempre te lo llevas puesto.







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