"Marabulla", de Silvia Rodríguez

 

Hace unos meses fui a la presentación del libro “Provincia del dolor”, de Silvia Rodríguez. Libro incluido en la Biblioteca Básica Canaria, del Gobierno de Canarias. Hasta este momento, solo había leído el libro Shatadbi Express, y aproveché para adquirir cinco libros que no tenía de esta autora. En especial quería hacerme con este libro “Marabulla”, que fue premiado en el Certamen Internacional de Poesía María del Villar Berruezo, España, en 2018. Este libro ha sido reeditado en Nectarina Editorial y en la Editorial Palabrava, de Argentina, en 2021. De esta última editorial es el libro que compré, y debo decir que es una edición cuidada, limpia, que da gusto leer, con una fotografía de portada titulada “Momento infinito” de Marisa Malatesta y un marcapáginas similar. Detalles que una agradece.

Es un libro que te lleva de la mano a la infancia, a los juegos, al olor a campo, a las meriendas de pan de bombón con chocolate. Con versos libres y poemas breves, la autora en este libro te transporta a esa etapa con todos los sentidos. Por ejemplo, en el poema de la página 39:


El escondite


Por la cuesta se llegaba

a una cueva de perros

donde tejían las arañas


no queríamos entrar

olía a pies de ogro

y a boca de monstruo


© Silvia Rodríguez


Fíjense en los dos últimos versos, cuánto dice o quiere decir. Cuántos límites nos pone el sentido del olfato, el que nos avisa del peligro; de esos peligros que acechan en la infancia.

Silvia Rodríguez vuelve a escribir sin signos de puntuación, y al igual que en el poemario “Padresueño”, vuelve a nombrar la ausencia de ese padre que tanto la enseñó en su infancia y ya no está.

Hay un poema duro, de esos que te golpean en el estómago, que especialmente me gustó, en la página 20:


El amigo verde


Cuando el saltamontes murió

lo metimos en una caja de fósforos

y le echamos tierra encima


luego fabricamos una cruz

y le llevamos una rosa


alguien dijo que quizás Dios

fuese un insecto anciano y grande

pero en aquel entonces pensábamos

que sólo se nos morían las mascotas


© Silvia Rodríguez


En este libro se desprende la ternura y la nostalgia de una infancia en la que fue feliz, una época llena de naturaleza, de juegos, de momentos especiales retratados a través de la cámara de fotos de su madre. Así lo deja patente en el poema de la página 36 o en la página 52.


La cámara


La llevabas siempre contigo

colgada del hombro

como un miembro de tu anatomía


nos retratabas con la paloma blanca

en el banco de colores o en la polvareda

cuando hacíamos carreras de sacos


de todas tus fotos mamá

se desprende el tiempo

en el que éramos irrepetibles


© Silvia Rodríguez


Sin una carga de figuras retóricas, llegando a los límites de la narración, este poema muestra esa felicidad de una infancia, donde cada niño o niña es única, y aún no está modelado para formar parte de una sociedad que busca seres uniformes.

En general, es un libro que recomiendo, para tener en tu estantería y acercarte a él de vez en cuando, sobre todo por esa ternura y esa nostalgia de la infancia que el libro regala.




Comentarios

Entradas populares de este blog

“MEMORIA DE LA MUERTE”, DE LOLA BETANCOR

“LA ESTACIÓN DE LA CENIZA”, DE DAVID FAJARDO RODRÍGUEZ

“NOCHES BLANCAS”, DE FIÓDOR DOSTOIEVSKY