“TOCAR DE OÍDO”, DE PEDRO FLORES

 

Tocar de oído, de la Editorial Devenir, es el último libro publicado de Pedro Flores. Fue el ganador del Premio Internacional de Poesía “Miguel Hernández-Comunidad Valenciana” en 2023, al que se presentaron 1578 libros, según informó la prensa. El jurado resaltó de este libro "la originalidad que establece en sus composiciones, un diálogo con la poesía y los poetas, de tono culturalista pero que supera ese criterio para ofrecer un diálogo poético de gran alcance lírico y de trabazón temática".




Pedro ha dialogado con la muerte, se ha acercado a sus peones, a esos poetas que él llama “Los bufones de Dios” en otro de sus libros, recientemente publicado con la editorial Nectarina. Son esos poetas muertos de forma trágica quienes llenan y dan sentido a sus poemas.

Creo que no es un libro fácil de leer. Está cargado de referencias culturales, históricas, literarias. Pero, cuando te gusta la poesía y lees habitualmente libros de este género, reconoces la calidad y capacidad de este autor para hacer lo que ha hecho en Tocar de oído.

Si ya en el anterior libro publicado en Visor y premio Generación del 27, Los gorriones contrarrevolucionarios, encontramos una excelente poesía que no deja impasible a nadie; en este libro, ya nos ha dejado caos.

Les dejo con algunos ejemplos de estas construcciones literarias, de arquitectura poética, de alta biotecnología y sofisticación.

Tocar de oído; Página 32


RENÉ RILKE SE CAMBIA EL NOMBRE EN UN POEMA

QUE ABUSA DE LAS COMPARACIONES

                               ¿En qué instrumento nos tensaron?

                                              RILKE, YA RAINER


¿No eres tú el hijo de esa pretenciosa judía

que espera durante horas en las antesalas de los palacetes?

¿No te daba vergüenza andar por ahí vestido de niña?

¿No es tu padre Josef, el ferroviario tísico

que recorre las vías doblado sobre su tristeza?

¿No es cierto que comías solo en Sankt Pölten?

¿No crees que aquellos versos primeros imitaban a Heine?


Y entonces se cambia de nombre, se convierte en usted,

como un niño que se tapa los ojos para que desaparezca el monstruo.

Pero se cambia de nombre sólo a medias;

en vez de Johann, o Friedrich, o Abraham,

ahora se llama usted Rainer, como quien

huye de una casa ardiendo con un abrigo en llamas.

Como quien odia a su madre por convertirlo en muñeca

y se pinta los labios para besar a su amante.

Como quien abomina de su padre ferroviario y triste

y mira dar vueltas a un tren de juguete.

Como quien sueña con aquella escuela y su «abecedario de horrores»

y se inventa a un poeta en sus aulas de pesadilla.

Como quien lee a Heine encerrado en el baño.


Puede usted llamarse como guste; o Wilhelm

o Lázaro o Franz X. Kappus,

puede usted hasta dejar de estar,

pero no puede dejar de ser un poeta con todas sus erres.

Como quien odia al cartero y espera una carta.


©Pedro Flores


El autor en este libro ha roto todo, con todo. Es como un resucitar… Algo difícil de explicar. Creo que Flores está reconstruyendo la poesía. ¿Será un ciborg?, ¿mitad poeta, mitad espía electrónico? Observen los epígrafes, juega con el lector continuamente (creo que se lo ha pasado en grande escribiendo este libro).


Tocar de oído; Página 25


AUGUSTE DUPIN INVESTIGA EL ASESINATO

DE MARY ROGERS

                                        Ella duerme, amor mío. ¡Oh!, mi alma le desea

                                        Que así como es eterno, profundo el sueño sea

(NO DIRÉ EL NOMBRE DEL POETA PORQUE NO SOY UN CHIVATO)


No hay muchos poemas de detectives,

aunque yo no soy exactamente un detective.

Sí que hay infinidad de poemas de muchachas hermosas.

También abundan las ahogadas en la poesía;

las mujeres que se ahogan en camisón tienen algo de ángeles.

Hay enjambres de ángeles en la poesía.

También está la poesía llena de ríos,

para que tengan las ahogadas donde ahogarse

y los ángeles donde parecer mujeres en camisón.

En aquella, en la poesía, no son demasiados los asesinos,

pero abundan los poetas; el poeta

y otros poetas que el poeta invita a su poema,

que ridiculiza en su poema,

que adula en su poema,

que llora en su poema.

Me dijeron que en este poema se oculta un asesino:

¿El señor Anderson? No tenía motivos, y además en un caballero

y no hay demasiados caballeros en la poesía.

¿El novio? ¿Por qué no confesarlo en su carta de suicidio?,

ya que la poesía está llena de suicidas.

Sigo pensando que en este poema se oculta el asesino,

es más, pienso que en este poema se oculta un poeta,

más aún, digo que el poeta oculta en su reverso un ángel.

Ayer sacaron a Mary Rogers de las aguas del Hudson;

los ángeles deben parecerse a Mary ahogada.

A mí me contrató un poeta que no puede pagarme,

uno con alas negras, más de cuervo que de ángel,

uno que no tiene adónde ir y se escondió aquí,

porque es barato, porque hay un río y porque él me hizo.

Y pensó que nunca lo buscaría en este poema.


©Pedro Flores



Pedro Flores, con este libro, ha llegado a una madurez literaria a la que muy pocos llegan o pueden llegar. Pedro Flores ha tocado de oído, como hacen los expertos, sin partitura, sin corsé. Ha experimentado, ha jugado, ha disfrutado como un niño con el lenguaje, con la literatura, con la poesía. Así se palpa en el último poema del libro, ese niño que quiere quedarse un poco más viendo la televisión y su madre lo manda a la cama. Pedro tiene hambre de vida, la poesía es su vida y el poema, su casa.

Tocar de oído; Página 95

SÓLO UN POEMA MÁS ANTES DE IRME A LA CAMA


Todo esto se parece demasiado

a cuando pedía un ratito, unos minutos más,

sólo hasta que lleguen los anuncios

que no me viene el sueño aún.

Esto se va pareciendo demasiado,

la muerte, digo.


©Pedro Flores



Seguiría cogiendo poemas de este libro, lo he llenado de notitas de colores, esas semiadhesivas que siempre pongo en los libros de poesía, cuando me gusta mucho algún poema y quiero volver rápidamente a él.

En fin, no me quedan más palabras, solo recomendar este libro. Ha sido un placer leerlo.




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