"AGRIMENSORES DE LA BRUMA", DE LUIS NATERA MAYOR
Este libro Agrimensores de la bruma, de título tan sugerente, fue ganador del Premio de Poesía Tomás Morales, en 1994. Su autor, Luis Natera Mayor, ha dejado una estela literaria tras su muerte en 2013, recordándosele anualmente con recitales poéticos, homenaje a su figura, en el municipio de Telde.
El libro está estructurado en estrofas de doce versos dodecasílabos, excepto el poema prólogo. Estos versos de igual métrica y rima libre conforman un diálogo entre un padre y un hijo, los cuáles se van intercalando en apartados. Un libro de 84 páginas, de agradable lectura, muy bien editado por el Cabildo de Gran Canaria, fue prologado por Domingo Fernández Agis, filósofo y escritor.
Es el primer libro que leo de este autor, había leído poemas sueltos por internet, sobre todo aquellos poemas evocadores de su infancia y de su playa de Salinetas, en Telde, que tanto se repiten, y debo decir que es una obra muy seria, con una traducción al lenguaje poético y un esfuerzo literario para sostener la métrica que muchas veces encorseta el lenguaje. Es un libro bien trabajado, con bellas metáforas y otras más escabrosas, que le dan un equilibrio poético, no provoca urticaria ni empalago su lectura. Me ha gustado y la recomiendo.
Les dejo con dos poemas de las “Conversaciones entre el padre y el hijo”, uno del padre de los Primeros años, página 21, y otro del hijo, dentro del apartado Heredero del caos, en la página 29.
EL PADRE
Aparte del recuerdo de los héroes
que pusieron luz a mis noches primeras
frugales como sueños, tengo un álbum
de días amarillentos y proezas
que no llegaron a suceder realmente.
Lo miro a veces, como quien da un paseo
y aparece Troya entre las flores secas
de un pasado en olvido. Vuelven los dioses
de entonces nuevamente y al verme solo
me preguntan por Agamenón y Aquiles.
¿No sabéis —les respondo— que la derrota
sobrevino? Soy yo todo lo que queda.
©Luis Natera Mayor
EL HIJO
De ti me viene la eternidad disuelta
en frágiles relatos y la miseria
de ser una carencia. De ti el afán
por despejar paisajes difuminados.
Tú sabes que el fervor es también instinto,
es adicción y es ansia desmesurada
por explicar el azar y los enigmas.
No me quieras salvar de la dispersión
engarzando la memoria y el olvido.
Si me has dado la noche, me pertenece
entera, con cucarachas y claveles,
con desazón de lunas y hambre de soles.
©Luis Natera Mayor
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