“CONTRA NATURA”, DE ÁLVARO POMBO
Álvaro Pombo, actual premio Cervantes, nos regala, como buen encantador de serpientes, una novela con una narrativa excelente, pero que peca de paginitis (es un vocablo que me acabo de inventar, no lo busques en el diccionario porque no existe. Como muy cercano, en internet te va a salir la inflamación de la vagina, algo que en este libro precisamente no hay). Cierto, vaginas no hay, pero hay muchísimos falos crepitando entre las letras. Y digo que es un encantador de serpientes porque ha escrito 562 páginas sobre la relación entre cuatro personas y algunos satélites más; algo que se podría haber escrito en apenas ciento cincuenta, siendo generosa. Pero ahí está la excelencia del creador. Mientras lo leía, sentía, a veces, que se repetía, casi era paja (bien escrita, eso sí). Después de 350 páginas, me enganché y necesité acabarlo. La lectura se volvió rápida. Tiene un epílogo contundente que es toda una declaración de intenciones. El autor nos habla del amor entre homosexuales, dibuja perfectamente la maldad de Javier Salazar que es el protagonista con más carisma, cargado de sombras, complejos y unos cuántos cadáveres a sus espaldas. Nos muestra a un Paco Allende lleno de sabiduría y de bondad, que sabe amar desde la libertad. Y luego, nos muestra a dos jóvenes homosexuales, de hoy en día, que no sufrieron el derribo y la violencia que los homosexuales de anteriores épocas sufrieron. Hay promiscuidad, ternura, deseo, desenfreno, noche, alcohol y drogas, abusos a menores, mujeres y madres satélites, muerte y amor.
Hay un ahora y un antes, bien contados. Hay un acercamiento a la vida del seminario que te hace preguntarte si este es un caldo de cultivo de la homosexualidad.
En esta novela existe un tándem entre el bien y el mal, entre la vejez y la juventud, entre el amor y la manipulación (véase la imponente portada de la edición de Anagrama), entre la vida y la muerte, un equilibrio importante que camina con cierta lentitud.
Llegados a este punto, no sé si recomendar la obra. No quiero cargar a nadie con una paginitis, una inflamación cerebral tras la lectura. Pero, me voy a arriesgar, dentro del propio juego masoquista de quienes leemos, si no la sufres no puedes juzgarla. Eso sí, son esas obras que vas a recordar, porque el manejo de la narrativa y la creación de personajes son propias de un maestro.
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